sábado, 8 de octubre de 2016

Motivación

Caminaba sola desde hacía varios años.
El Sol quemaba mi sensible piel blanca y no me dejaba respirar.
Sin embargo, llovía, todas las noches llovía. Extraña aquella noche que podía contemplar la Luna, una Luna que siempre estaba rodeada de estrellas. Siempre parece fuerte, fría y grande si la miras un segundo, orgullosa, pero si me detengo en sus detalles...siempre se me escapa alguno. Son detalles aparentemente pequeños.
La Luna es cariñosa y muy sensible, es frágil, es llorona. La Luna se siente sola. La Luna se siente sola porque las estrellas abundan y brillan más que ella. La grandiosa Luna es impaciente, pero está aprendiendo a confiar en el tiempo, y tiene una mirada sincera, profunda y luchadora. La luna también sueña y lucha.La Luna es única y lo sabe, pero también sabe algo más: cambia constantemente de forma.
Lo que la Luna no sabe es que cuando se deja ver y se detienen en cada detalle, cualquiera se enamora de ella.
Estaba cansada, siempre el mismo paisaje, el Mundo, industrial y con etiquetas.
Un día la Luna se quedó dormida y una estrella la arropó. Aquella estrella era desconocida e insignificante para el Mundo, por ello no dejaba que nadie la viera. El Mundo estaba más ocupado intentado vivir el día a día, sin pensar en el futuro ni en los demás. El Mundo es avaricioso y egoísta, y por ello cada día está más enfermo.
Entonces, la Luna despertó y aquella estrellita le mostró algo que ella no había contemplado nunca, un nuevo Universo, infinito y lleno de todas formas y colores. Entonces quiso ser grande y recordó aquellos sueños.
Lo que el Mundo no sabe es que la Luna también se enamora, y cuando se enamora se entrega por completo.